Torah para Vivir

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30 ago 2011

Carta Abierta a los Judios del Mundo


BS”D
Queridos judíos del mundo:
Estamos frente a las más diversas opiniones sobre nuestro derecho a vivir en paz en Israel. Son pocos los que parecen coincidir que es nuestro legítimo bien. Tal vez es hora de develar el asunto. De explicar (nos) nuestros derechos sobre toda Israel.
Partiendo de la base que nadie se da vida a sí mismo, ni nadie es capaz de hacer vivir ni darle existencia a nada ni a nadie, implica claramente, que hay un Alguien que sí decide quien vive y quien no, quien será alto y quien bajo, quién será inteligente y quién aspirará a serlo. Ese Alguien, a Quien llamamos Di-s, es el dueño absoluto de toda la Creación. Cada hoja, cada respiración, cada lágrima, cada perrito pequinés, cada huracán, y cada pestaña que existe en el universo, Le pertenece y Le debe la existencia a Su Gracia Divina.
Di-s creó el universo y es dueño de todas las tierras y los mares y los cielos, e infinitos etc.
El dueño de algo puede ceder su propiedad a quien quiera. Pues Di-s decidió dar la Tierra de Israel a los descendientes de Abraham Itzjak y Iaakov. Es decir, que todos los judíos de todas las generaciones somos herederos de la Tierra de Israel. Está escrito en la Toráh. La Toráh, ese libro que despierta tantas emociones y pensamientos y “posturas”, es una Unidad con Di-s, el Todopoderoso, talló en ella Sus pensamientos, Sus enseñanzas y Sus órdenes.
Él, Eterno, Infinito y Todopoderoso, decide sin presiones. Su voluntad es, fue y será, otorgar la Tierra de Israel a los judíos, descendientes de los Patriarcas.
Pero este otorgarnos la Tierra de Israel tiene una condición. Los judíos observantes de Sus Preceptos repetimos esta condición cotidianamente, varias veces al día, (mínimo dos), en el recitado de Shemá Israel (Escucha Israel...) El Shemá dividido en tres partes, guarda en la segunda, el secreto revelado a los judíos de cómo hacer que la herencia de la Tierra de Israel sea efectiva, sea fructífera y nos pertenezca por siempre.
El texto Bíblico lo expresa así:

“Y será, si obedecieres diligentemente Mis preceptos que Yo os ordeno hoy, de amar a Ado-nai vuestro Di-s y servirLo con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que daré lluvia a vuestra tierra en el momento propicio,, la temprana y la tardía, y recogerás tu cereal, tu vino, y tu aceite. Y daré hierba a tu campo para tu ganado, y comerás y te saciarás. Mas cuidáos, no sea que vuestro corazón se tiente y os descarriéis y rindáis culto a dioses ajenos y os prosternéis a ellos. Porque entonces se encenderá la ira de Ado-nai contra vosotros y cerrará los cielos para que no haya lluvia y la tierra no dará su fruto, y pereceréis prontamente de la buena tierra que Ado-nai os da. Por eso poned estas palabras Mías sobre vuestro corazón y sobre vuestra alma, atadlas como señal sobre vuestra mano, y serán por recordatorio entre vuestros ojos.
Las enseñaréis a vuestros hijos, para hablar de ellas al estar sentado en tu casa y al andar por el camino, al acostarte y al levantarte. Y las escribirás sobres las jambas de tu casa y en tus portones- para que se prolonguen vuestros días y los días de vuestros hijos sobre la tierra que Ado-nai juró a vuestros padres entregar por el tiempo que los cielos permanezcan sobre la tierra. (Deuteronomio 11: 13-21)

Di-s dice, te doy una beca, una habitación maravillosa, con sustento eterno, te aseguro que nadie te molestará y que puedes crecer tú y tus hijos con todo el bienestar, pero... debes trabajar bajo Mis condiciones. Debes estudiar y tener presentismo en la carrera, debes cumplir el reglamento, (Mi Toráh, Mis preceptos), de otra manera, no hay trato, cualquiera te la quitará, la comida te llegará fría, o podrida, o no habrá alimento del todo... Te molestarán tus vecinos y los no tan vecinos también, quedarás a la intemperie entre los lobos...
Pero nosotros, los judíos, nos creímos más vivos que Él, creímos que con nuestra fuerza, nuestra astucia, obtendríamos esa misma beca, sin tanto trabajo, sin exigencias desde Lo Alto. Entre nosotros, quisimos “puentearlo”, hacer “la nuestra”. Entonces Di-s dijo, Ok. Los dejo por un rato, si así lo quieren, pero recuerden que el universo es Mío y cuando se Me ocurra que ya es el tiempo de madurar, os enfrentaré a la única verdad, la Tierra de Israel es para los judíos... si los judíos, cumplen con Mi pacto.
Y aquí estamos, todo se desmorona, los antiguos jalutzim ven sus sueños destruidos por la corrupción de sus hijos y de sus nietos. Infinitos desastres internos, ya han avisado del quiebre general, los enemigos ya han dado muestras que nuestras fuerzas no son las que creímos y nuestros líderes son los primeros en demostrar que el “poder” del hombre que patea a Di-s, (Di-s nos libre), es una ilusión, una virtualidad que se rompe frente a todas nuestras narices y nos hace sangrar.
Las naciones nos odian. ¿Por qué?
Dicen: ¡Qué derecho tienen Uds. a usurpar esa tierra que sólo les pertenece si cumplen con el pacto con Di-s! Si no cumplen con el pacto, (como nosotros), estamos iguales, la Tierra de Israel nos pertenece a nosotros también! ¿Por qué no?
Porque es nuestra herencia! Gritan algunos judíos con un sándwich de jamón y queso entre los dientes.
Las naciones se ríen de nosotros, si eres heredero, demuéstralo, compórtate como un descendiente de Abraham, de Itzjak, de Iaakov, de Moshé, de Aarón, de Iosef, de David!
Eh.... eh...
No se puede patalear si uno no cumple con los términos del contrato en el que fue entregada la tierra a nuestro pueblo.
Por esto mismo, porque desconocemos que nosotros “no la conquistamos” sino que es una entrega desde el Cielo y el término es “condicional”, es que permitimos que nuestros líderes, regalen pedazos de una propiedad que no les pertenece en absoluto, permitimos que nuestros “representantes” se comporten como una sirvienta que se hace la simpática con la vecina malhumorada, regalándole las joyas de su ama de casa.
La tierra de Israel no se puede dar, ni entregar, no se puede poner en peligro a los judíos que viven allí, ( que vivimos aquí), es hora de recapacitar que hay un Dador y para que nos transformemos en receptores de Su Bondad, tenemos que crecer, dejar de hacernos los “rebeldes” con Di-s y ser verdaderos rebeldes frente al mundo, cumpliendo con la Ley que fue escrita y tallada por el Todopoderoso en nuestros corazones para que seamos, no sólo una Nación única en Santidad, Sabiduría, Belleza y Riqueza tanto espirituales como físicas, sino para que habitemos nuestra Tierra con verdadero orgullo judío. El orgullo de aquel que ha hecho la tarea que se le encomendó y que, como merecida recompensa, disfruta de su responsabilidad y su actualización con profunda alegría.
La base del alejamiento de nuestro deber es nuestra ignorancia, acércate a la Toráh, hay infintos libros, fíjate que sean kasher (hay mucha seducción reformada). Los “religiosos” no somos representantes de Di-s, apenas somo judíos que estamos intentando obedecerLo, no busques los defectos de la Toráh criticando el accionar de un judío observante, pues seguro que encontrarás algo que no “cierra”. Trata de acercarte a la Sabiduría Divina, despacio cumpliendo algunos preceptos que ya conoces, escuchando charlas y clases de Toráh, hasta que encuentres tu lugar, tu guía.
Los caminos de Torá son maravillosos, empieza por el primer paso. Sácate el prejuicio de encima, acércate a alguna fuente kasher y bebe de su agua, y que Di-s te bendiga.
Puedes comenzar con el encendido de velas de Shabat, con no comer carne y leche juntos, y recitar el Shemá. Algo que podemos hacer hoy. Y Di-s nos mostrará Su Gracia.
Amén.
Jodesh Tov!!!
Patriicia Dvorah Starkloff

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