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Di-os nos dice que debemos salir de Egipto, debemos desear salir de Egipto para que Él nos libere definitivamente.
¿Pero hoy? ¿Qué es nuestro Egipto de hoy?
Podemos pensar en miles de respuestas, todas válidas.
Pero hay una respuesta, (que tal vez se nos pase por alto), y es urgente sacarla a la luz, para liberarnos de nuestras esclavitudes.
La tristeza
La mayor de las esclavitudes, la tristeza.
Esa incapacidad para sentirnos contentos y esperanzados con nuestras vidas. Esta sensación, es la cárcel más popular de los últimos tiempos.
Di-os pregunta: “Por qué tienes esa cara?”
Nos ofendemos. “¿Cómo por qué? ¿Acaso no estas enterado de todas las cosas que me suceden? Y peor aún, las que no me suceden”?
"¿Nu?" dice Di-os: Yo mismo te envío todas las cosas que te pasan!”
“¿Y cómo esperas, Di-os mío, que tenga otra “cara”?”
Di-os responde: “Hay gente que se queja porque está sola... Y dicen, cuando tenga amigos, entonces sí que voy a sonreír! Hay gente que se siente sin proyectos y dice, cuando alguien me ofrezca algo interesante, entonces sí que voy a sonreír! Hay gente que tiene dificultades con la salud, con el sustento, con los hijos, con su hogar, con su memoria, con su auto, con su, con su, con su...... Y dicen cuando Di-os me dé todo lo que yo necesito para ser feliz, entonces sí voy a sonreír!...”
Di-os nos cuenta:
“Había un señor que trabajaba para un Patrón, el Patrón le permitía trabajar para él, a pesar de que no era un empleado maravilloso. Es decir, nunca ayudaba a otros compañeros, nunca pensaba en como mejorar la empresa, nunca se imaginaba nuevos productos para inventar, nunca preguntaba al Patrón si necesitaba algo, nunca agradecía los aumentos de sueldo o de comodidades, nunca se ofrecía para hacer trabajos extra. Nunca tomaba cursos o capacitaciones para mejorar su rendimiento. Siempre se cuidaba de que su trabajo sea el que requiriera la menor energía, siempre se quejaba del calor, del frío, del viento, de los compañeros, del cansancio, de las exigencias, de las estupideces de los demás, del aburrimiento, de los mosquitos, de... de...
Un día el patrón le dijo: Te he aguantado todos estos años, con todas tus manías, te doy una semana para que hagas un salto en tu naturaleza, una semana para que hagas una lista de todos los beneficios que disfrutas hace años y nunca agradeces, una semana para que seas el primero que sonría, no porque yo lo ordeno, sino porque te has dado cuenta que no tienes ningún mérito para seguir trabajando aquí, (más que el amor y la piedad que te tengo como ser humano que eres). No tienes tiempo de enojarte conmigo, porque no tendrás otra oportunidad. En una semana tomaré la decisión de quienes serán beneficiados con riquezas de todo tipo y quienes se quedarán sin nada. Por supuesto, que uno de los requerimientos, es que sepan, que todo es un regalo que deben agradecer. Tu puedes decirme y protestar por lo que te rodea, (personas, situaciones, dificultades varias), pierdes tu tiempo. Literalmente.
Ya no hay tiempo. La empresa va a cambiar y en una semana, sólo saldrán conmigo a un nuevo emprendimiento, aquellos empleados que sean activos, alegres, que miren a los demás con amor, con piedad, que no juzguen para mal, que agradezcan el azúcar, el té, el café, un par de zapatos, una toalla en el baño, un saludo cordial, música, y ascensores. Empleados que sepan que todo lo que disfrutan en la empresa es porque Yo soy el dueño, y que todos los beneficios, se los otorgo más allá de sus méritos. Empleados que entiendan que cuando les llega una dificultad, no es mala suerte, sino mi intención de ponerlos a prueba para que saquen la potencia que llevan escondida en su interior. Esa potencia, esa luz, sale sólo frente a los desafíos. Empleados que tomen al toro por las astas. Y que cuando no puedan, tengan la humildad de golpear mi puerta y pedirme ayuda. Empleados que atiendan sus responsabilidades, y que sepan que yo me ocuparé de sus derechos. Y les aseguro, que cuando yo quiero premiar a alguien, no es por el producto o el resultado final, sino por el esfuerzo y el empeño en mejorarse y mejorar el entorno. Hablo contigo porque sé que tienes un potencial enorme, que lo vienes gastando en quejas, en sentirte víctima de todas las situaciones que no te gustan. Tienes una opción clara, una semana. Puedes sacarte toda esa esclavitud de dentro de ti o no. Ahí tienes tu libre albedrío. Nadie se puede meter a decidir que camino vas a tomar... Y si sientes que no puedes empezar a cambiar, también puedes golpearme la puerta.”
Lo mismo te digo a ti, sigue diciendo Di-os, si no sabes como empezar el salto, llámaMe, y Yo responderé tu llamado.
Me gustaría mucho, dice Di-os, que sigas estando en Mi empresa, tengo muchas expectativas puestas en ti, te amo y te espero.
No hace falta que hagas un cambio total, sólo es necesario, un paso, una intención, tal vez que, antes de terminar de leer este mensaje, pienses en algo bueno que tienes y te animes a agradecer y a sonreír.
Es tiempo de la liberación
Sé el protagonista de tu propia vida
Patriicia Dvorah
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