Torah para Vivir

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15 sept 2013

Qué quiere Di-s de mí?

BS"D



Después de todo, qué es lo que nosotros pedimos?
Todos queremos salud, no sólo física, también espiritual, emocional... Salud en nuestras finanzas y en nuestros "avances" en la vida, porque a nadie le interesa llegar a su meta metido dentro de un cajón.
Perdón por la falta de tacto, pero es que es hora de ser sinceros. Todos queremos estar vivos, aún los que no lo desean, desean algo que tiene que ver con la paz, con la falta de dolor, con el fin del sufrimiento y van en busca de  esa "vida" después de la "vida".
Lo cierto es que todos queremos bienestar, y algunos rezamos por soluciones, para que lleguen ahora, urgente, porque no soportamos sufrir.
Por eso pedimos salud, y amor y dinero, y los más espirituales piden ser perfectos ante Di-s.
Porque no queremos el dolor. No soportamos el dolor de la espera, de la incertidumbre, de lo que ya se ha roto y de lo que parece imposible.
Cuando pedimos algo, hijos, son buenos hijos, un trabajo, es un buen trabajo, una esposa o un esposo, un título, una casa, siempre pedimos pensando en la perfección, y en la complitud.
Nadie pide algo quebrado, algo para arreglar, algo enfermo, porque todos queremos que la vida sea perfecta, es decir, sin dolor...


Estoy parada frente a Di-s, en el día más Santo del año y no sé de qué arrepentirme. Es terrible, pienso que soy tan tan orgullosa que creo que no hice nada malo frente a Él, pero sé que no es así. Sin embargo en ese momento, donde debería enrojecer de vergüenza por todas las transgresiones que cometo, por todas las cosas buenas que dejé de hacer y por las cosas que hago, que tal vez no debería hacerlas, sólo me duele el corazón por todas las carencias, las tristezas, las desilusiones que vengo sufriendo... Pienso que estoy totalmente desubicada, no es el momento de reclamarLe nada, es el momento de "rendir cuentas", pero lloro, y lloro porque ya he pedido perdón y hago Teshuváh, me arrepiento de tantas cosas durante todos los días del año, y aún quisiera saber qué quiere Él de mí!

Amo a Di-s.
Lo amo, de verdad.
Estuve pensando en como amo a mis propios hijos. Y como los hijos aman a sus padres aunque les hayan "arruinado la vida".
Hay algo allí, un secreto que tenemos que develar.
Di-s nos pide que construyamos un hogar.
Por qué, si Di-s quería que poblemos el mundo, no nos hizo como los conejos, las gatas, o los peces?
El Eterno quiere que armemos un hogar, porque desde allí podemos entender un poco más nuestro vínculo, el nuestro con Él.
Él es un Padre.
El mejor, porque sabe exactamente qué es lo bueno, realmente bueno para cada uno de nosotros. Porque siempre piensa en nosotros, porque está siempre preparado para escucharnos, para limpiarnos, para protegernos, para enviarnos Su ayuda y para soltarnos también.
Y nosotros somos Sus hijos, que aunque nos sintamos lastimados, abandonados, enojados, hay un deseo de aprobación, una necesidad de comprensión que late en nuestro interior y que si no la ponemos en Él, la pondremos seguramente, en "otros dioses".
Si nosotros, seres humanos, con toda nuestra imperfección a cuestas, amamos a nuestros hijos más allá de lo que ellos hagan, es sólo para que aprehendamos vivencialmente, una pizca de Su infinito amor incondicional.
Si, como hijos, aún de padres que nos han lastimado, guardamos en el rabillo del ojo, una mirada furtiva para ver qué dicen o qué piensan de nosotros, tenemos que saber que aunque no seamos conscientes, esta dependencia no es  hacia nuestros padres biológicos sino a lo que ellos representan, a nuestro verdadero Creador.
Qué terrible sensación es cuando un hijo siente que ha fallado a las expectativas parentales y qué derrumbe es darse cuenta que nuestros padres nos han traicionado! Porque nuestros vínculos primarios son algo Divino, algo que Di-s prepara en el Cielo, y la falta en esos vínculos nos afecta para el resto de la vida. 

Entonces qué hacemos parados frente al Todopoderoso el día más Santo del año, con dolor de cabeza por el ayuno, con esta sensación de estar metido en una trama que no terminamos de entender nunca, con actores y extras que van y vienen en nuestras vidas y la mayoría de las veces, en las diferentes escenas, ni siquiera entendimos el texto que dijeron y no sabemos cómo seguir el guión?
Todos estamos rotos...
Y Di-s no espera que seamos perfectos...
Porque nuestros cuerpos no lo son, porque nuestros instintos no lo son, porque nuestras historias no lo son.

Entonces qué espera Di-s de nosotros?
Cuánto sentido tiene vivir temerosos por nuestros pecados, o miserables por nuestros fracasos, si no sabemos cómo hacer de nuestro personaje algo maravilloso?
Es cierto que debemos tender hacia la perfección, debemos dejar de mentir, y dejar de hablar de otras personas, debemos ser amables con nuestros prójimos y honestos en los negocios, debemos ser fieles en el matrimonio y si somos judíos, comer las comidas que nos son permitidas, cuidar Shabat, y dar parte de nuestras ganancias a los más necesitados, etc....

Pero, si de todos modos, Di-s mide nuestro esfuerzo, nuestra intención, aunque nuestros resultados dejen mucho que desear... Entonces, qué es lo que espera Di-s?
Tal vez, la respuesta es tan simple como aterradora, tal vez Di-s quiere que estemos alegres recorriendo la trama que Él escribió para nosotros...
Tal vez lo importante es el camino y no la llegada...
Tal vez lo importante es "perder el tiempo" escuchando por quinta vez la misma historia que nos cuenta nuestro hijo, o nuestro esposo, o nuestra vecina, o nuestro Rabino...
Porque, tal vez, si no corremos tras la perfección del No Sufrimiento, del No Dolor, tal vez podamos disfrutar de mirar esa situación trágica que nos tocó vivir, decidiendo hacer con ella algo verdaderamente nuevo.
Tal vez, en lugar de rezar para que no nos llegue el dolor, o que el dolor se nos vaya, podamos empezar a pedir ser más creativos, más audaces, más valientes, más sabios, en fin, tal vez podamos tener las agallas para volvernos a nuestro origen y caminar el camino que nos resta, con la alegría del hijo del Rey, que sabe que no está sólo, pero aún así, sabe que tiene que hacer su propia experiencia y crecer.

Tal vez simplemente Di-s quiere nuestra alegría, no la alegría de plástico, sino la alegría de jugar juntos la obra magistral que Él ha escrito, para nosotros, desde el Principio.

Patriicia Dvorah Starkloff

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